En 1922 investigó la posibilidad de transmitir imágenes a distancia, en 1924 consiguió transmitir la imagen parpadeante de una cruz de Malta y en el 26 de enero de 1926, realizó en Londres la primera demostración pública de su sistema ante un grupo de científicos: su muñeco, la vieja marioneta Bill, fue el primer ser en aparecer en una pantalla de televisión. La imagen tenía una resolución de apenas 25 líneas y era diminuta, pero el rostro era perfectamente reconocible.
En 1927 logra, por medio de un cable telefónico, transmitir una señal de televisión entre Glasgow y Londres fundando, ese mismo año, la Baird Television Development Company, Ltd, con la idea de comercializar el invento. Ese mismo año, en abril, los Laboratorio Bell de Estados Unidos exhiben una pantalla de televisión (o receptor) gigante de 2.500 elementos de imagen: formado por una trama de 50 columnas de 50 lámparas de neón cada una, permite mostrar imágenes en movimiento de gran formato. Pese a que las lamparillas se fundían con frecuencia y debían ser repuestas, fue capaz de demostrar la viabilidad del invento en un formato grande.
En 1928 consiguió transmitir imágenes de Londres a Nueva York por medio de señales de radio y también desde mitad del Atlántico, a bordo de un trasatlántico: para ello instaló una pequeña emisora de televisión a bordo.
En 1929 su sistema de barrido mecánico de 240 líneas fue adoptado de manera experimental por la British Broadcasting Corporation (BBC). Hacia 1930 se comercializó, ante el desarrollo espectacular del invento, el modelo de televisor Plessey con el cual los espectadores británicos (se calcula que eran en torno a 3.000) podían seguir las emisiones experimentales de la época; los más aventureros podían montar su propio receptor, adquiriendo un kit de piezas desmontadas.
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